“El río me lo enseñó a mí y también a tí te lo enseñará. El río lo sabe todo y todo se puede aprender de él. Del río ya has aprendido que es necesario lanzarse hacia abajo, descender, buscar los bajos fondos. El rico y distinguido Siddharta se convierte en remero; el sabio brahmán se convierte en barquero. El río te ha enseñado esto. También lo demás lo aprenderás del río”.
Sin duda fragmentos como el anterior y muchas otras cosas en nuestra vida nos han hecho preguntarnos ¿cuál es el objetivo de vivir? ¿Cuál es la meta? ¿Si podemos encontrar la paz en esta vida?
Para mí leer Siddhartha fue encontrar un poco de inspiración ya que el libro relata la vida de un joven que vivió en los tiempo de Buda, cuyo nombre es precisamente Siddhartha.
Nuestro protagonista era hijo de un brahmán, creció al lado de Govinda, su mejor amigo, quien lo apreciaba y amaba más que todos. Siddhartha arrebata suspiros de las chicas y brindaba alegría a cuanto le rodeaba; sin embargo, todas la dichas y amor a su alrededor no lo hacían feliz, quería encontrar el sentido de su existencia.
Pasa de ser ermitaño a un comerciante rico, conoce el poder, los placeres carnales y los vicios, comportándose a veces como hombre sin perder a su niño interior, además aprende que el conocimiento puede transmitirse en cambio la sabiduría no. Siguiendo por este sendero nuestro protagonista llega un día con un botero donde encontrará que como el agua del río; “Todo fluye y regresa, incluido tú”.
Este libro es perfecto para ilustrar que los caminos que llevan a encontrar la paz espiritual son muy diferentes, dependen de cada persona y no siempre son los más libres de “pecado”.
Les dejo un última fragmento de este libro ganador del premio Nobel que resume de manera única y exacta el contenido del libro:“Caminó por la renuncia a través del pensamiento, vaciando su mente de toda imaginación. Aprendió a caminar por estos y muchos otros senderos. Mil veces abandonó su Yo; durante horas y días permaneció en el No Ser. Pero, aunque los caminos se alejaban de su Yo, su final conducía siempre de nuevo hacia el Yo”…



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