miércoles, marzo 21, 2012

La moral también es asunto de tiempo

Por: Rebeca Gómez
¿Pagarías por tener sexo?
Eres un hombre joven y dices: “Yo nunca pagaría por sexo,  siempre puedo conseguir una amiga o chica con quien hacerlo”. Yo te pregunto: ¿Estás seguro de que nunca lo harías?, ¿ni aun siendo un viejo que está solo y ya no es atractivo para las mujeres? Lo sé, suena algo lejano, pero permíteme contarte un caso antes de responder.
Este era periodista que a lo largo de su vida estuvo con 514 mujeres (tal vez más de las que tu puedes contar), él tampoco tenía la necesidad de acudir a prostitutas  por un rato de placer; sin embargo, al cumplir 90 años y verse solo, sin compañía a su alrededor y   mirando  su final cerca decidió cambiar de opinión y regalarse a sí mismo una virgen de 14 años. Para encontrar su regalo acudió a Rosa Cabarcas, famosa por tener siempre lo que los hombres necesitaban o por poder conseguirlo por un módico precio… y es así como inicia la historia.

“El caso anterior es relatado por Gabriel García Márquez en su novela Memorias de mis putas tristes donde este personaje masculino relata el tipo de relaciones que tuvo a lo largo de su vida, incluyendo a su fiel sirvienta Damiana, quien a cambio de favores sexuales una vez al mes recibía un sueldo mayor”, eso es lo que nos cuenta nuestro periodista, tuvo que subir el sueldo de Damiana pues ella no aceptó el dinero que daba a todas las mujeres con las que intimó.

Nuestro personaje nos cuenta que nunca tuvo una vida pública sobresaliente, sin embargo,  en el momento en el que pensó que no le quedaba nada, conoce a Delgadina (el regalo virgen de 14 años). Al no haber disfrutado nunca de la vista de un cuerpo desnudo sin morbo o deseo, nuestro personaje comienza a disfrutar extrañamente de la compañía de la joven sin que haya sexo de por medio, le toma cariño y consideraciones, se preocupa por ella y, poco a poco, su corazón escribe para ella; paga y sigue pagando por pasar la noches con Delgadina sin tocarla, como si vivieran juntos. Delgadina por su lado “sin seguir sus órdenes aguardaba la ocasión para complacerlo”, lo cual narra el personaje que le agrada de la joven, además se siente atraído a protegerla pues sabe que es muy pobre (se entera de que es una empleada que pegaba botones en una fábrica y la observa su piel maltratada).

El desarrollo de esta historia es muy interesante, ya que nuestro periodista desdeñaba a Rosa Cabarcas por ser una mujer que negociaba vulgarmente con el placer del sexo, sin embargo, con el tiempo la conoce, la empieza a considerar una amiga, se vuelven cómplices para reflexionar sobre las memorias de este hombre que nunca había acudido a prostitutas, sin embargo; siempre pagó a las mujeres con las que estuvo en la cama. Lo anterior es posible a que cambian sus ideas, percepción y valores.

Delgadina también cambió la vida del protagonista, supuestamente sería solo una extraña más a la que pagaría por una noche, pero desde el inicio es diferente la situación a sus experiencias pasadas, al entrar al cuarto, por primera vez este hombre observó la belleza de un cuerpo femenino desnudo y se recostó al lado de la joven dormida a descansar sin sentir el deseo de tomarla en ese momento, ésta vez se había tomado la molestia de ver realmente a la mujer con la que estaría. Nuestro personaje quería solo una noche placentera más en su vida y obtuvo en su lugar el amor que nunca quiso de ninguna otra mujer, Delgadina despertó en él comprensión, y le brindó atención y cuidados.
¿Qué tanto puede cambiar tu moral en un determinado lapso? ¿Qué tanto pueden cambiar tus actitudes y sentimientos por una persona? ¿Qué estás dispuesto a hacer hoy y que te encontrarás preparado el día de mañana? 
Hasta aquí nos quedamos con este artículo, no se deben arruinar las sorpresas que este libro nos ofrece. Memorias de mis putas tristes no es sólo el relato de un hombre con crisis en su vejez, es la historia de cómo cambian las vidas de las personas en un instante,  cómo la llegada de alguien a nuestra vida puede hacer la diferencia y, sobre todo, podrías descubrir que “tu moral también es asunto de tiempo”.

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