La semana pasada al viajar por el metro de la Ciudad de
México específicamente en la línea rosa me di cuenta de que el tubo donde al
año mas de 1,487,525,176
de personas se sostienen, estaba lleno de todas las huellas táctiles y
de donde me tome se sentía caliente y lleno como de mucha manteca, incluso se
veían de un color gris, pero eso no fue todo, frente a mi, un tipo estornudo y
con la mano donde deposito miles de bacterias se tomo del tubo, lo cual provoco
en mi mucho asco, sin embargo me pregunte, ¿Cuántas personas hacen esto a
diario al viajar por el metro o el metrobus? Y no digamos estornudar, sino
toser o inclusive hay personas que literalmente se sacan el moco y lo pegan en
dicho tubo, la verdad es que no se vale, es por eso que yo les recomiendo a las
personas que viajamos en el metro lleven consigo un gel antibacterial y que al
llegar a su destino se laven las manos con agua y jabón, porque no sabemos la
cantidad de cosas que nos llevamos en las manos al sostenernos en los tubos del
metro.
Por otro lado algo que también es muy nefasto en este sistema
de transporte es sin duda las horas pico cuando los vagones van atascados de
gente; al subirte y si es que logras hacerlo, te das cuenta que vas rodeado de
todo tipo de personas, desde las que van muy presentables a sus trabajos,
perfumados, rasurados etc, hasta la típica persona que parece que no se ha
bañado en una semana y que a pesar de todo se atreve a alzar la mano para dejar
salir su perfume natural, y por si fuera poco el ventilador no sirve, lo que
provoca que todos los que vamos en ese vagón, estemos sudando a gota gorda.
Ahora pasemos a hablar
sobre la comida, y les hago una pregunta ¿Cuántos de nosotros a diario comemos
en la calle? Pues yo pienso que la mayoría de nosotros, pero te has preguntado
¿Qué es lo que te comes en realidad? Los tacos que te comes en la esquina o las
quesadillas, pambazos, gorditas llenas de grasa o los huaraches con bistec o
con pollo que “para la dieta”, aparentemente se ven muy ricos y su sabor ni se
diga, llegas hasta comer mas en la calle que en casa, sin embargo, no nada mas
te comes lo lindo que se ve o como te lo
sirven, si no te comes también las eses fecales que los animales hacen en la
calle y que tu respiras, te comes los gargajos que los “educados mexicanos”
tiramos en la calle con todo y ese asqueroso ruido que parece que te estas
deshaciendo del cerebro, bueno en dado caso que tengan o el aceite requemado y
no de días, sino de semanas que disque “para ahorrar”, y sí, ellos ahorran pero
nosotros nos fregamos. Te comes también, los cabellos que en ocasiones se les
va a las personas que te atienden, sin olvidar las famosas cucarachas que no
pueden hacer el platillo más exquisito, o por otro lado ¿Cuanta de esta gente
se lava las manos después de cobrar? Realmente son pocas personas las que lo
hacen, pero eso si que ricos estuvieron las quesadillas de Doña Panchita,
señora sucia que se rascan la axila u otras partes y aun así esta preparando la
comida que con mucho gusto te comes. Y que dices de los platos que apenas los
limpian y es ahí donde te sirven tu deliciosa quesadilla o tus sabrosos tacos
de tripa. Realmente es esto lo que te comes día a día al consumir algo en la
calle. ¿Realmente estas dispuesto a seguir comiendo en la calle? Yo ya lo pienso
dos veces.
Y no nos olvidemos de las peluquerías
donde a te cortan el pelo con la misma tijera que a cientos de personas les
cortan el pelo, y ¿Cuantas de estas personas tendrán caspa? digo no pido que
cambien de tijera para cada persona pero si que las desinfecten y pasa lo mismo con las
navajas de rasurar, realmente esto puede ser de lo más peligroso, que te
rasuren con la misma navaja que a otras personas. Por otro lado, en las
estéticas pasa lo mismo, y mas en las que no te cobran nada que porque son
escuelas y te dan el corte gratis que para que el alumno aprenda a cortar el
cabello, por favor nunca vallan e este tipo de lugares, a demás de que te
pueden cortar el pelo mal y de una forma que no te gusta, ya que para ellos tu
eres el “conejillo de indias”, puedes levarte hongos en la cabeza y todo por
querer un corte gratis que te salió más caro que ir a una peluquería o estética
normal.
Es por eso querido lector que te
invito a que tengamos un poco más de conciencia a la hora de viajar en el metro
o comer algo en la calle, y también te invito a que te informes más sobre temas
relacionados a la salud personal, recuerda que si no te cuidas tú, quien más te
cuidara.
Gracias.
Y ni hablar de lo que respiramos en esta hermosa Ciudad de México, los teléfonos públicos, los mostradores de cualquier sitio, las manijas de las puertas de los lugares públicos o el dinero que pasa por miles de manos. Ah, y un verdadero poema ver cómo más de un niño chupa -con singular entusiasmo e inocencia- los tubos, los vidrios o los asientos del transporte público.
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