miércoles, mayo 23, 2012

El monstruo de la ventana


Por: Rebeca Gómez

Es increíble como a veces la gente tiene experiencias que parecen hechas para una película…

Teníamos 6 años, mis primas Miriam y Cristina comenzaron a relatarme una historia que no podía creer.
Resulta que una noche en que Miri y Cristi se fueron a dormir a su recámara, la cual está en un primer piso  y tiene una ventana muy grande que da hacia un balcón,  se quedaron platicando y jugando un rato en la cama porque no tenían sueño, acompañadas solamente por la luz de la luna.

Mientras tanto mis tíos se encontraban en la planta baja, platicando en la cocina donde el ruido de los juegos de las niñas era imperceptible, mi tía como buena mamá pensó que debían revisar que estuvieran dormidas y bien, ella es muy mandona y regañona por lo que obviamente mandó a su marido a echarles un ojito, quien a pesar de los pretextos no pudo librarse de la tarea encomendada por la señora de la casa. Así lo hizo… regresó y comentó a mi tía que todo estaba en orden, pero a los pocos segundos: mis primas comenzaron a gritar tan fuerte y con tanto terror que ambos padres subieron corriendo preocupados.

Al entrar a la recámara, mis tíos vieron a Miri y Cristi temblando de miedo y preguntaron alarmados: ¿qué sucede? ¿Por qué gritan así? ¿Qué les pasó? 

Ellas respondieron casi llorando: ¡Un monstruo mami, papi, un monstruo!

Como era de esperarse… los padres nunca les creen a los hijos cuando les dicen que ven a un monstruo, así que incrédulos mis tíos les dijeron que no era posible, que los monstruos no existen, a lo que ellas respondieron: 

¡Sí mami, sí papi, sí existen! “Un monstruo vino hace ratito y se asomó por la ventana”. 

Mi tía seguía incrédula; sin embargo, intentaba calmarlas, ellas insistían: mami un monstruo se asomó por la ventana, sólo nos escondimos bajo las cobijas, no hicimos ruido y cuando vimos que se había ido gritamos para que vinieran. Por otro lado mi tío… el solo estaba ahí parado, escuchando todo sin decir una sola palabra, como si analizara cuidadosamente la situación, hasta que rompió su  silencio para pronunciar estas palabras:

“Pero si el que se asomó por la ventana hace un ratito… ¡fui yo!”

Tanto mi tía como mis primas se quedaron calladas unos segundos, de pronto Miri y Cristi comenzaron a reír a carcajadas y mi tía gruñona primero comenzó a regañarlo para terminar riendo también.

¡No había un monstruo! Sino un padre que en lugar de entrar a la recámara a ver a sus hijas, sólo se asomó por la ventana, dejando ver a mis primas únicamente una sombra en la ventana…

Espero les haya gustado esta pequeña anécdota, yo moría de risa cuando me la contaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario