Por: Rebeca Gómez
Es increíble como a veces la gente tiene experiencias que parecen hechas para una película…
Teníamos 6 años, mis primas
Miriam y Cristina comenzaron a relatarme una historia que no podía creer.
Resulta que una noche en que Miri
y Cristi se fueron a dormir a su recámara, la cual está en un primer piso y tiene una ventana muy grande que da hacia
un balcón, se quedaron platicando y
jugando un rato en la cama porque no tenían sueño, acompañadas solamente por la
luz de la luna.
Mientras tanto mis tíos se encontraban
en la planta baja, platicando en la cocina donde el ruido de los juegos de las niñas
era imperceptible, mi tía como buena mamá pensó que debían revisar que
estuvieran dormidas y bien, ella es muy mandona y regañona por lo que
obviamente mandó a su marido a echarles un ojito, quien a pesar de los pretextos
no pudo librarse de la tarea encomendada por la señora de la casa. Así lo hizo…
regresó y comentó a mi tía que todo estaba en orden, pero a los pocos segundos:
mis primas comenzaron a gritar tan fuerte y con tanto terror que ambos padres
subieron corriendo preocupados.
Al entrar a la recámara, mis tíos
vieron a Miri y Cristi temblando de miedo y preguntaron alarmados: ¿qué sucede?
¿Por qué gritan así? ¿Qué les pasó?
Ellas respondieron
casi llorando: ¡Un monstruo mami, papi, un monstruo!
Como era
de esperarse… los padres nunca les creen a los hijos cuando les dicen que ven a
un monstruo, así que incrédulos mis tíos les dijeron que no era posible, que
los monstruos no existen, a lo que ellas respondieron:
¡Sí mami, sí papi, sí existen! “Un monstruo vino hace ratito y se asomó por
la ventana”.
“Pero si el que se asomó por la ventana hace un ratito… ¡fui yo!”
Tanto
mi tía como mis primas se quedaron calladas unos segundos, de pronto Miri y
Cristi comenzaron a reír a carcajadas y mi tía gruñona primero comenzó a regañarlo
para terminar riendo también.
¡No
había un monstruo! Sino un padre que en lugar de entrar a la recámara a ver a sus
hijas, sólo se asomó por la ventana, dejando ver a mis primas únicamente una
sombra en la ventana…
Espero les haya gustado esta pequeña anécdota, yo
moría de risa cuando me la contaron.
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