Desnuda,
a oscuras, sin ninguna protección, ¿Dónde está la luz?… ¿Doy un paso?, no sé que
hay a mi alrededor. Quizá un escalón, una pared, un hoyo o… nada.
Tengo
frío, no entiendo que hago aquí, en medio de la nada, o ¿de todo?... ¿Gritar?
De qué me servirá, no quisiera saber quien me pueda escuchar. ¿Llorar? No sé a
quien le importarán mis lamentos… ¿Caminar? ¡No! Temor siento ante la
incertidumbre de saber si alguien escuchará mis pasos…

Un
reflector se enciende a unos metros de mí, dándome de frente. Una luz blanca,
tan blanca, que lastima mis ojos. Y sobre el, comienza a dibujarse un ojo muy
grande, que cuando decide fijar su mirada, lo hace sobre mí. Una sonrisita y se acerca
lentamente, haciéndose cada vez más grande… ¡¡Haa!! Tengo que correr en sentido
contrario, alejándome de él.
¿Mi
ropa? A paso veloz voy recogiendo un vestido, después, un suéter. Adelante unos
zapatos.

Al
voltear a verlo, él sin dejar de sonreír, estira sus brazos, corro para que no
llegue a mí, periódicamente volteo y, como stop-motion, va tras de mi. Entre
más corro, más lentos son mis movimientos… unos metros más tarde, volteo y él
al no querer alcanzarme, estira sus brazos que se van haciendo cada vez más
largos hasta llegar a rodearme con ellos. Ante la impotencia de no poder
gritar, cierro mis ojos fuertemente… su risa la escucho cada vez menos.

Atrás,
un enorme patio, yo, al mirar mi cuerpo, luce en mi un vestido negro que cubre
mis zapatos. Al ver al misterioso hombre, mi acompañante, tiene un sombrero
negro que hace un juego perfecto con su vestimenta. Al hacer un delicado
movimiento con su mano izquierda, llegan a la pista de baile un puñado de
parejas, todas vestidas de negro, a
bailar una pieza bastante tranquila pero que, al mismo tiempo, te hace
estremecer.

El
elegante hombre me invita a bailar… uno, dos, tres pasos y comenzamos a flotar,
cada vez más alto. Las demás parejas voltean a darme el adiós, saben que mi
partida no tiene regreso. Doy vueltas y vueltas, él me hace sentir desesperación
y miedo… me está llevando irremediablemente al otro mundo y no me ha dado
oportunidad de despedirme de nadie…

“Adiós,
hasta aquí puedo llegar”… suelta mi mano, me da un beso y… al dejarme caer… un tremendo brinco me hace
incorporarme.
Transpirando hasta el cansancio, mi respiración totalmente alterada, mi corazón más vivo que nunca… a mi lado, mi hermana, durmiendo tranquilamente…
Transpirando hasta el cansancio, mi respiración totalmente alterada, mi corazón más vivo que nunca… a mi lado, mi hermana, durmiendo tranquilamente…
¡Gracias por darme otra
oportunidad…!
Agradable compañero de lectura, espero que estas líneas sean de tu agrado... Un pedacito más de mi ser para ti... Feliz semana.
Por: Diana Martínez
Por: Diana Martínez
Me parece ¡Impresionante!; leer estas lineas resulta aun mas escalofriante que las palabras mismas dichas por ti. Como siempre, aunque no frecuentemente comento tus articulos, me encanto leerte como en ocasiones anteriores....
ResponderEliminarSophie.
Felicidades Diana!!!... Me llegó bastante tu narración, con excelente manejo de la descripción del escenario y el sentir de tu personaje en primera persona!!!... Quiero leer mas textos tuyos!!!... me encantó!!!... Felicidades!!!
ResponderEliminarPaul!! Es un honor para mi que te tomes el tiempo de leerme y aún mejor que te quedes con un buen sabor de boca... :)
EliminarGracias por tu comentario... Bonita semana!! :)
Sophie!! Que agradable sorpresa! Ves que mis sueños no son agradables jajajaja.
ResponderEliminarGracias por comentar, que bueno que te agradó... Buen inicio de semana!! :)